jueves, 26 de febrero de 2009

El Cristal

"Hacia atrás, ni para tomar impulso", dice el refrán.

Hasta no hace mucho tiempo, yo comulgaba con esa idea. Hay que ir siempre hacia adelante, sin retroceder. Retroceder es signo de debilidad.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Sentado ante el escritorio de la oficina, doy un sorbo a mi taza de té mientras observo el irregular vuelo de una mariposa que ha entrado por la ventana abierta. Revolotea un poco, como explorando ese lugar tan extraño y diferente a los que en su efímera vida tal vez esté acostumbrada. Parece no gustarle. Quizá sea porque las únicas plantas que aquí hay son las de ornato artificiales del decorado, y que poco o nada representan lo que ella busca.

Un nuevo sorbo a mi té y observo cómo la mariposa intenta regresar al exterior. Pasa junto a la ventana abierta y, quizá confundida por la transparencia del cristal, choca contra éste. Lo intenta una, dos, tres veces... y nada. El mundo se presenta ante sus ojos ahí, frente a ella, pero no puede alcanzarlo. Algo que no sabe qué es, se lo impide. No puede verlo, pero puede sentirlo. No importa cuánto lo intente, no puede seguir adelante, por más que lo desee.

Cansada, se posa un momento en una esquina del cristal, cerca de la cortina, y bate lentamente las alas. Sonriendo, pienso que está reflexionando sobre lo que sucede. Sobre cómo llegó a este punto y a este lugar sin darse cuenta.

Entonces emprende el vuelo otra vez. Intenta nuevamente avanzar, con el mismo resultado. En sus aparentemente inútiles esfuerzos se ha acercado al borde de la ventana. Y es cuando, como si comprendiera al fin lo que debía hacer, vuela un poco hacia atrás, libra el cristal y la cortina que se interponían en su camino, y entonces prosigue su vuelo hacia adelante, hacia el exterior, hacia la luz del sol.

Yo, inmóvil, doy otro sorbo a mi taza de té y sigo con la mirada su errático vuelo hacia la libertad, hasta perderla de vista.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

A veces creemos saberlo todo. Afirmamos cosas como si estuviéramos en posesión de la Verdad Absoluta. Yo mismo, en este preciso momento, estoy afirmando algo que tal vez sea realidad para mí, pero que ignoro si lo sea para los demás.

Yo no lo sé todo. He llegado a pensar que en realidad sé muy pocas cosas, e incluso nada. Pero eso no importa ahora.

Porque en éste momento lo único que sé es que una simple mariposa me ha enseñado que los hombres podemos estar equivocados. El intentar ir hacia adelante sólo por deseo, orgullo y convicción, y no por racionalización, puede llegar a convertirse en un esfuerzo desgastante e inútil. A veces es mejor dar unos pasos atrás y hacia un costado para poder seguir adelante. Para salvar aquello que nos es imposible vencer.

No digo que la mariposa haya razonado, o al menos no como lo que los humanos entendemos por razonar. Sólo digo que esa mariposa, ante sus fallidos esfuerzos, hizo al final lo que debía hacer.

Y me pregunto cuántos de nosotros, cegados por el orgullo o el deseo, seguimos estrellándonos en el cristal de lo irremediable.


1 comentario:

Mabel G. dijo...

Estoy de acuerdo... Jacko.
Además a veces hay que retroceder para poder avanzar.
Me acuerdo de un pequeño tren que hay en Perú, que para subir la cuesta tiene que ir hacia atrás todo el camino...
Muy buenas reflexiones las tuyas.