martes, 25 de agosto de 2009

Una Historia de Tantas



En el camino a mi casa se encuentran tres moteles distintos, y un poco más allá hay otros tres o cuatro. Diariamente los veo al conducir frente a ellos al ir hacia mi trabajo o al regresar a casa, y sorprende el hecho de que, casi sin importar la hora, con frecuencia se ven autos con parejas entrando y saliendo de ellos. Es ésta una zona que hasta hace poco formaba parte de las afueras de la ciudad, pero que paulatinamente ha sido absorbida por la mancha urbana. La misma naturaleza del negocio exigía que se ubicaran en un lugar alejado de la mirada de la gente y donde sus clientes pudieran gozar de la máxima intimidad. Por lo tanto, podría pensarse que su demanda bajaría, pero al parecer no ha sido así.

Y cada vez que paso frente a ellos, me viene a la mente la época en que me tocó trabajar en la carretera al sur de la ciudad, donde hay poca población, hace un par de años. En la zona donde trabajábamos había (y hay aún) un motel famoso por sus instalaciones y por su privacía, ya que por su localización retirada, favorece el anonimato de quienes ahí entran, lejos de miradas indiscretas.

Sin embargo, en aquellos días estábamos haciendo unas excavaciones justo frente a la entrada y salida de dicho motel. Y, a querer o no, nos tocaba ver a cada auto que entraba y salía de ahí. No me sorprendía tanto el número de ellos como las parejas que los ocupaban: en esas horas del día y primeras de la tarde-noche, eran numerosa mayoría las conformadas por señores maduros y jovencitas que apenas alcanzarían los 18 ó 20 años de edad... y mentiría descaradamente si dijera que no me dejé llevar por la vil idea estereotipada de que se trataba en la mayoría de los casos de secretarias y sus jefes, que se aprovechaban de su posición y de su dinero para, ya sea por la ambición, la ingenuidad o el miedo de las chicas, lograr aprovecharse de ellas.

Casi siempre podían verse autos lujosos conducidos por esos hombres, y con chicas muy jóvenes y guapas que, enfundadas en ropas aparentemente uniformes de oficina, trataban de ocultar su identidad mientras ingresaban al motel. Siempre me pregunté (quizá muchas veces pecando de inocente) qué era lo que podía llevar a esas jovencitas a aceptar tener relaciones sexuales con semejantes hombres, que fácilmente les doblaban o incluso triplicaban la edad. No dudo que en muchos de los casos fuera la simple ambición lo que las motivara a actuar así. Regalos costosos, dinero, viajes... todo eso podía deslumbrar a cualquiera que no tuviera muchos prejuicios.

Pero... ¿sería así en todos los casos?

¿Habría jovencitas ingenuas que simplemente se habían deslumbrado con la labia de hombres con muchísimo colmillo y que las habían envuelto en su telaraña emocional con promesas y palabras bonitas, sin importarle las consecuencias? ¿Habría alguna que se hubiera visto forzada a aceptar contra su voluntad aquello bajo amenazas? ¿Habría alguna que genuinamente habría consentido eso por estar enamorada, por sentir que era lo correcto aún con la diferencia de edades tan grande y marcada?

No sabría decirlo...pero es posible. Todo es posible en esas circunstancias.

Pero siempre me viene a la memoria el recuerdo de un día en que, mientras hacíamos ese trabajo, muy de mañana, casi con los primeros rayos del sol, vimos salir un lujoso automóvil conducido por un hombre maduro, aunque no viejo, que tuvo que hacer alto ante una de nuestras máquinas que en esos momentos obstruía el paso. Fueron sólo unos segundos, pero que bastaron para que mis ojos se toparan con la imagen de una jovencita, que, sentada a su lado, con cabello algo desordenado y ojos enrojecidos por un llanto que apenas podía disimular, miraba tristemente hacia afuera por la ventanilla. Me pareció ver un dolor en su expresión que me conmovió. No se veía molesta...se veía triste... quizá decepcionada... tal vez enojada consigo misma.

Fué sólo un instante, pero que me bastó para hacerme una multitud de preguntas acerca de la historia que había detrás de esas lágrimas... ¿Por qué lloraba esa joven, que era casi una niña?

¿Había peleado con ese hombre? ¿La había maltratado? ¿Había sido forzada a pasar la noche con él, o a hacer cosas que le repugnaban? ? ¿La había engañado? ¿Estaba arrepentida de haber accedido? ¿Se recriminaba a sí misma el no haber sido lo suficientemente fuerte para negarse? ¿Habían jugado con sus sentimientos? ¿Le preocupaban las consecuencias que le podría traer su noche de pasión, como un posible embarazo o problemas con su familia?

¿Había entregado de corazón sus sentimientos al mismo tiempo que su cuerpo y había recibido a cambio sólo una sonrisa cínica y unos billetes?

¿Había sido correspondida en sus sentimientos, pero quizá era consciente de que era algo sin futuro? ¿Había recibido a cambio de su entrega palabras de amor y promesas que ella en el fondo sabía que eran falsas?

¿Estaba triste por saber que quizá estaba rompiendo un hogar que bien podía ser el suyo?

¿Estaba triste por pensar que posiblemente alguien sufría por su culpa?

No lo sé...

Y mientras la máquina dejaba el paso libre y aquel auto arrancaba tomando velozmente la carretera, me dije que eso era algo que sólo aquella pareja sabía, y que tal vez nadie más sabría nunca. Con aquel auto que se alejaba, se iba también una de las muchas historias que noche noche y día a día se tejen en la intimidad de aquellos cuartos.

Quién sabe cuántas historias de pasión se escriben, cuántos futuros se construyen, cuántos corazones se rompen, cuántos sueños se alimentan y cuántas vidas se desmoronan cada vez que uno de esos autos entra o sale de esos lugares.

Como sucedió con aquella chica que lloraba en silencio.

Y eso es todos los días... y todas las noches.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

- Angel of the Morning
Juice Newton.

There'll be no strings to bind your hands
not if my love can't bind your heart.
And there's no need to take a stand
for it was I who chose to start.
I see no need to take me home,
I'm old enough to face the dawn.

Just call me angel of the morning, angel
just touch my cheek before you leave me, baby.
Just call me angel of the morning, angel
then slowly turn away from me.

Maybe the sun's light will be dim
and it won't matter anyhow.
If morning's echo says we ve sinned,
well, it was what I wanted now.
And if we're the victims of the night,
I won't be blinded by light.

Just call me angel of the morning, angel
just touch my cheek before you leave me, baby.
Just call me angel of the morning, angel
then slowly turn away,
I won't beg you to stay with me
through the tears of the day,
of the years, baby baby baby.
Just call me angel of the morning, angel
just touch my cheek before you leave me, baby...